La gestalt trabaja la conciencia de la exigencia con una técnica muy potente denominada “perro de arriba” y “perro de abajo”. Ambos “perros” simbolizan dos partes claras que habitan dentro de nosotros, y se comunican todo el tiempo, el perro de arriba es aquella voz que no para de juzgar, de decir lo que está bien o mal, de corregir, de criticar. Es la parte intelectual, moral, exigente, censuradora, que nos acribilla sin cesar, quemándonos, y provocando que nos sintamos unos sapos feos, sucios y olorosos. Se reconoce con facilidad en el uso de los “deberías”, o “tendrías que”, ejemplo: deberías hablar mejor, deberías adelgazar, no debería ser así…
El perro de abajo es el mandado, el pobrecito, el bloqueado, el sumiso, el tierno, el blandito, el que se adapta. Entra más en contacto con el cuerpo, las emociones, está más conectado con nuestras necesidades.
El perro de abajo es el mandado, el pobrecito, el bloqueado, el sumiso, el tierno, el blandito, el que se adapta. Entra más en contacto con el cuerpo, las emociones, está más conectado con nuestras necesidades.
A veces escuchamos voces de un lado y del otro, es un juego interno. Es importante descubrir cómo nos flagelamos y descalificamos, ya que al ser conscientes, bajaremos nuestra exigencia, tratando de esa forma de conseguir mayor paz en nuestro interior, que se reflejará también en el exterior, ya que atraemos de fuera lo que nos hacemos por dentro, el exterior es un simple espejo de nuestro interior, así que conforme más nos respetemos y cuidemos, mayor respeto tendremos del otro, y viceversa, conforme más nos castiguemos, más nos engancharemos en juegos de degradación, y con más exigencia nos trataran, por eso el cambio siempre ha de darse de dentro para fuera. La vida fluye, lo que somos y tenemos no es no es ni más ni menos que un reflejo de lo que permitimos que entre en nuestra vida.
Vivimos en la cultura del disimulo, de la búsqueda del éxito y del reconocimiento a toda costa, de la necesidad de la mirada del otro para caminar, y eso provoca mucha neurosis, ya que se hace difícil el desahogo, y lo que no sale para fuera queda dentro provocando mucha disfunción. Tratar de estar perfecto siempre a nivel físico, emocional y mental. Tal exigencia es la que nos mata.
Mucha gente se quiere morir, metafórica o realmente, y en cambio, ocurre todo lo contrario, renacemos por primera vez, pero para nosotros mismos, en lugar de tener la mirada depositada constantemente en el otro, pudiendo apreciar con toda intensidad nuestro dolor soterrado, y oculto, y nuestra voz volverá a recuperar espacio y brotar con un ay, y un llanto, y desde ahí podremos recuperarnos, extraer cada trocito de cristal incrustado, y bailar desde nosotros mismos, igual tal vez encontraremos a alguien auténtico como nosotros para compartir la vida en forma de amiga/o, pareja etc., o simplemente transformar la relación existente en algo nuevo y diferente, y esto es aplicable no sólo a la pareja, sino a cualquier relación de cualquier tipo, incluida la familiar o laboral. La exigencia y el olvido de nosotros mismos está presente en todos los ámbitos de la vida.
Vivimos en la cultura del disimulo, de la búsqueda del éxito y del reconocimiento a toda costa, de la necesidad de la mirada del otro para caminar, y eso provoca mucha neurosis, ya que se hace difícil el desahogo, y lo que no sale para fuera queda dentro provocando mucha disfunción. Tratar de estar perfecto siempre a nivel físico, emocional y mental. Tal exigencia es la que nos mata.
Mucha gente se quiere morir, metafórica o realmente, y en cambio, ocurre todo lo contrario, renacemos por primera vez, pero para nosotros mismos, en lugar de tener la mirada depositada constantemente en el otro, pudiendo apreciar con toda intensidad nuestro dolor soterrado, y oculto, y nuestra voz volverá a recuperar espacio y brotar con un ay, y un llanto, y desde ahí podremos recuperarnos, extraer cada trocito de cristal incrustado, y bailar desde nosotros mismos, igual tal vez encontraremos a alguien auténtico como nosotros para compartir la vida en forma de amiga/o, pareja etc., o simplemente transformar la relación existente en algo nuevo y diferente, y esto es aplicable no sólo a la pareja, sino a cualquier relación de cualquier tipo, incluida la familiar o laboral. La exigencia y el olvido de nosotros mismos está presente en todos los ámbitos de la vida.