lunes, 17 de octubre de 2011

¿Quién soy? ¿Soy quien quiero ser?

El camino hacia el auto conocimiento

Vivimos hacia fuera, emprendemos viajes por el mundo, grandes aventuras, pero no nos atrevemos a emprender la única aventura que nos permitirá crecer y desarrollarnos como seres humanos: el viaje hacia nosotros mismos, el viaje hacia nuestro yo interno.
Un viaje que implica necesariamente abrirnos a nuestros sentimientos y emociones.

Es esencial y bueno para cada uno de nosotros conocer cuáles son las emociones que predominan en nuestro mundo interior, incluso aunque este conocimiento sea en un primer momento algo desagradable o nos cause dolor. Desarrollar el autoconocimiento nos permite saber qué sentimos, y qué cambios o decisiones debemos afrontar para conseguir restablecer nuestro equilibrio personal.



Existe una estrecha relación entre razón y emoción.



¿Qué hacer con nuestras emociones?

  • Identificar la emoción.
  • Aceptarla, sin juzgarnos ni procurar reprimirla.
  • Regular la emoción haciendo una pausa, mediante la respiración… para serenarnos.
  • Autoanalizarnos. Preguntarnos si está o no justificada.
  • Expresarla sin dañarnos ni dañar a los demás.

Las emociones nos empujan a la acción, el problema es que especialmente con determinadas emociones como el miedo o la ira, si no controlamos o modulamos su fuerza pueden llevarnos a reaccionar de forma desproporcionada. Existen técnicas que pueden ayudarnos a conectar con nuestras emociones, calmarnos y recuperar el control de nosotros mismos porque cuando no vivimos centrados en el presente y cargamos con la mochila del pasado o del futuro nos desequilibramos. Nos centramos en algo que no está a nuestro alcance porque nadie puede, por más tiempo que dedique a pensar y a obsesionarse con ello, hacer retroceder en el tiempo, cambiar el pasado o anticipar el futuro.
Para sanar nuestras emociones debemos abrirnos a nosotros mismos, a los demás y al entorno. Pero Para conseguir esto, deberemos primero afrontar dos fantasmas importantes: el miedo al rechazo y el miedo al abandono.
Un regalito: cuento-terapia “la tristeza y la furia”

En una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente...
Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque.
La furia, apurada (como siempre esta la furia), urgida -sin saber por qué- se baño rápidamente y mas rápidamente aun, salió del agua...
Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró...
Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza...
Y así vestida de tristeza, la furia se fue.
Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.
En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza.

 (Jorge Bucay)
 



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